El escándalo que involucra la apropiación de más de $20 mil millones por parte de exfuncionarios de la Alcaldía de Cartagena de Indias en el gobierno de Pedrito Pereira Caballero ha encendido nuevamente las alarmas. El director ejecutivo de Transparencia Estatal, David López Romero, cuestiona abiertamente la legalidad y la moralidad de los acuerdos alcanzados entre la Fiscalía y los confesos delincuentes Jorge Carrillo Padrón y Analicia Martelo del Río.
En un contexto donde la confianza en las instituciones se tambalea, el hecho de que los acusados se declaren culpables sin la obligación de devolver al menos el 50% de los fondos apropiados plantea serias interrogantes sobre la integridad del sistema judicial. La decisión de permitir que estos individuos se «salven» de una condena efectiva sin reponer una parte del daño económico es, sin duda, un flaco favor a la justicia y a la ciudadanía que confía en que sus representantes actúan en pro del bien común.
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López Romero ha hecho un llamado urgente al alcalde Dumek Turbay Paz para que el Distrito se declare víctima en este proceso, lo que permitiría su intervención activa en la discusión de los acuerdos. Esta postura es respaldada por la Sentencia C-516 de 2007 de la Corte Constitucional, que establece que las víctimas tienen derecho a ser oídas en la celebración de acuerdos entre la Fiscalía y los imputados. La falta de transparencia en este asunto no solo afecta la reputación de las instituciones involucradas, sino que también deja una profunda herida en la confianza ciudadana.
El preacuerdo en cuestión parece estar lleno de vacíos legales y éticos. Según el artículo 349 de la Ley 906 de 2004, es improcedente alcanzar un acuerdo sin que al menos el 50% del monto malversado sea reintegrado. Sin embargo, parece que en este caso, la justicia ha optado por la complacencia, permitiendo que el proceso se dilate y se desvíe hacia una posible preclusión, una maniobra que evoca la impunidad de décadas pasadas.
“Nos encontramos ante uno de los escándalos más grandes en la historia reciente de Cartagena”, afirma López Romero, aludiendo a la gravedad de la situación. La capacidad de un sistema judicial para asegurar la rendición de cuentas es fundamental para el bienestar de la sociedad. Permitir que delincuentes se beneficien de sus crímenes socava los principios de justicia y equidad.
Es hora de que los ciudadanos, organizaciones de veeduría y autoridades tomen cartas en el asunto. La vigilancia sobre este proceso es de vital importancia para evitar que la impunidad se instale como un modus operandi en el manejo de recursos públicos. La sociedad cartagenera merece respuestas y, sobre todo, la recuperación de lo que legítimamente le pertenece. La lucha contra la corrupción no puede ser solo un discurso; debe reflejarse en acciones concretas y efectivas que restauren la confianza en nuestras instituciones.
El futuro de Cartagena depende de que se actúe con firmeza y transparencia en este caso, y de que se asegure que aquellos que han delinquido enfrenten las consecuencias de sus actos. La ciudadanía debe exigir no solo justicia, sino también la devolución de lo que es suyo.