Mientras la Armada de Colombia celebra la incautación de más de 4.8 toneladas de estupefacientes en los departamentos del Valle del Cauca y Chocó, el impacto del narcotráfico en las comunidades y el ecosistema del Pacífico sigue siendo una problemática persistente.
En las operaciones recientes, las autoridades lograron decomisar 1.8 toneladas de cocaína y tres toneladas de marihuana, evitando que estas sustancias llegaran a las calles y negando millonarias ganancias a las organizaciones criminales. Sin embargo, el problema del narcotráfico no solo se mide en kilos de droga incautada, sino en el daño social y ambiental que deja a su paso.
El Pacífico colombiano es una de las regiones más afectadas por el narcotráfico. En municipios como Bahía Solano y Buenaventura, donde se realizaron las recientes incautaciones, las comunidades enfrentan una realidad compleja. La falta de oportunidades económicas, la débil presencia estatal y la constante amenaza de grupos armados hacen que muchos jóvenes sean reclutados por redes de narcotráfico, viendo en este negocio ilegal la única salida a la pobreza.
Además, el narcotráfico trae consigo un aumento en la violencia, desplazamientos forzados y el deterioro del tejido social. Según organizaciones locales de derechos humanos, los enfrentamientos entre grupos ilegales por el control de rutas y territorios han generado una crisis humanitaria silenciosa que rara vez es visibilizada.
Más allá del daño social, el narcotráfico también deja una huella profunda en el medioambiente. La producción de cocaína implica la deforestación de vastas áreas de selva para el cultivo de hoja de coca, el uso indiscriminado de químicos tóxicos y la contaminación de fuentes hídricas. En regiones como el Chocó, la biodiversidad está siendo amenazada por estos procesos ilícitos, afectando no solo a la flora y fauna, sino también a las comunidades indígenas y afrodescendientes que dependen de estos ecosistemas para su supervivencia.
Si bien las incautaciones y capturas representan un golpe a las finanzas del narcotráfico, la problemática de fondo sigue sin resolverse. La lucha contra este fenómeno no puede limitarse a operativos militares; es necesario fortalecer las oportunidades económicas, la educación y la presencia del Estado en estas zonas vulnerables. Solo así se podrá enfrentar el narcotráfico desde su raíz y ofrecer a las comunidades un camino distinto al de la ilegalidad.