En el contexto actual de nuestro país, la participación activa en la vida política es más que una opción, es una necesidad para aquellos que realmente desean contribuir al fortalecimiento de nuestra democracia y al bienestar colectivo. En este sentido, los veteranos y miembros de la reserva activa de nuestras Fuerzas Militares y de Policía se encuentran en una posición única y privilegiada para asumir un rol protagónico en la política colombiana. Su formación, basada en valores éticos, morales y personales, les proporciona una perspectiva que puede enriquecer el debate público y la toma de decisiones en el país.
Los veteranos y reservistas son, por naturaleza, personas de disciplina, deber y compromiso con la patria, cualidades que hoy más que nunca son indispensables para afrontar los desafíos que enfrenta Colombia. Al adentrarse en la política, tienen la oportunidad de defender con firmeza el patriotismo, la soberanía nacional y la democracia, aplicando los principios adquiridos durante su servicio en la defensa de los derechos y libertades de los colombianos.
Este escrito no solo es un llamado a que los veteranos y la reserva activa asuman un liderazgo en la construcción de un país más justo y seguro, sino también a que su ejemplo, basado en la formación militar y policial, guíe la política en Colombia por los senderos del honor, la integridad y el respeto a nuestra nación.
Sin embargo, el paso de un militar retirado a la política nacional debe ser manejado con equilibrio, reflexionando no solo sobre el compromiso con los valores democráticos, sino también sobre su experiencia en la defensa y la seguridad. A continuación, expongo algunas reflexiones clave que deben guiar a aquellos veteranos y reservistas que se adentran en la política:
- Compromiso con la democracia y el estado de derecho: El militar retirado debe tener un compromiso firme con los principios democráticos, el respeto por la constitución y la supremacía civil sobre las fuerzas armadas. Su rol debe centrarse en fortalecer las instituciones democráticas y no en buscar un protagonismo autoritario, sin perder de vista que el respeto a la jerarquía se transforma en una relación horizontal, donde prevalecen las capacidades y preparación.
- Garante de los derechos de los veteranos y reservistas: Es fundamental que los veteranos y reservistas se posicionen como defensores activos de los derechos y beneficios de este grupo. Esto incluye luchar por políticas públicas que aseguren la dignidad, bienestar y reconocimiento de quienes han servido a la nación, abogando por mejores condiciones de salud, pensiones, reintegración laboral y otros beneficios sociales. La Ley 1979, aunque importante, aún deja fuera a la reserva activa, quienes, a pesar de no contar con asignación de retiro, también son parte fundamental de las Fuerzas Armadas. Este vacío debe corregirse para unificar y reconocer a ambos grupos de manera justa.
- Promoción de la seguridad nacional y ciudadana: La experiencia de los veteranos les permite aportar valiosos conocimientos en la formulación de políticas de seguridad. Su enfoque debe ser integral y equilibrado, priorizando la protección de los derechos humanos y la prevención de conflictos, evitando caer en la tentación de militarizar las soluciones a problemas sociales. Gobernadores y alcaldes deben considerar a los veteranos en la formulación de políticas de seguridad, ya que poseen la idoneidad profesional para afrontar estos desafíos.
- Neutralidad partidista y ética pública: Aunque la participación política es legítima, el veterano o reservista debe evitar la politización excesiva de las fuerzas armadas y mantener altos estándares éticos. Su papel debe ser propositivo y constructivo, evitando discursos polarizantes o divisivos que minen la confianza pública. Sin embargo, esto no significa que deban quedarse al margen, sino que deben ser ejemplos de coherencia y principios sólidos ante la sociedad.
- Voz de experiencia y mediación: Como figuras públicas, los veteranos deben posicionarse como puentes entre la sociedad civil y las instituciones militares, promoviendo el diálogo y la cooperación. Su liderazgo debe ser inclusivo, respetando la pluralidad de ideas y funcionando como mediadores en situaciones de conflicto político o social.
En este sentido, al ingresar a la política, los veteranos y reservistas deben mantener valores que no solo reflejen su formación en las Fuerzas Armadas, sino que también se alineen con las exigencias éticas y sociales del ámbito político. Estos valores pueden agruparse en cuatro categorías clave:
1. Valores personales:
- Integridad: Mantener coherencia entre lo que se dice y se hace, sin sucumbir a la corrupción ni al abuso de poder.
- Responsabilidad: Aceptar las consecuencias de las decisiones políticas y trabajar con compromiso hacia el bienestar común.
- Humildad: Reconocer las limitaciones y estar dispuesto a aprender y escuchar a otros.
2. Valores morales:
- Justicia: Promover políticas que busquen la equidad y la protección de los derechos fundamentales de todos.
- Lealtad a la verdad: Ser transparente en las decisiones y comunicaciones, priorizando la verdad sobre cualquier interés personal.
- Respeto a la dignidad humana: Tratar a todos los ciudadanos con respeto, independientemente de su posición social, política o económica.
3. Valores militares:
- Disciplina: Mantener un enfoque riguroso y constante en la gestión pública, asegurando eficiencia y orden.
- Honor: Defender los principios y la patria con firmeza, inspirando confianza y respeto.
- Espíritu de servicio: Enfocar la carrera política en servir al país y a sus ciudadanos, por encima de intereses personales.
4. Valores policiales:
- Proximidad con la comunidad: Fomentar una política cercana a las necesidades de la población.
- Protección del orden constitucional: Respetar y defender el marco legal y democrático del país.
- Compromiso con la paz: Apoyar iniciativas que contribuyan a una paz duradera, entendiendo la paz como justicia social y desarrollo integral.
Estos valores son esenciales para que un veterano o reservista mantenga la confianza de la población y actúe en pro del bienestar común, alineando su experiencia militar o policial con el compromiso cívico.
En resumen, un veterano o policía retirado que se adentra en la política debe mantener una postura que refleje su compromiso con la democracia, los derechos humanos y el bienestar de sus compañeros veteranos y reservistas. Su experiencia es un recurso invaluable para el desarrollo del país. Por ello, la incursión en la política puede ser un desafío que marque un camino positivo en la vida de los veteranos, o bien, un punto de no retorno si no logran dejar un legado duradero.
Hoy, los invito a reflexionar sobre este llamado, a no caer en las redes de los políticos tradicionales que solo se acercan cuando les interesa, a no permitir que nos subvaloren ni subestimen. Sigamos el ejemplo de quienes ya han marcado un camino, como el senador José Vicente Carreño Castro o el gobernador Juvenal Díaz Mateus. Nosotros también tenemos el potencial para lograr grandes cosas; solo debemos tener disciplina, dedicación y organización.
Este es un momento para dejar de lado los egos, las envidias y los resentimientos que nos han marcado en el pasado. Apliquemos la lección de «lo que sucede en las Vegas, queda en las Vegas»; es decir, lo que ocurrió en nuestra etapa activa debe quedar atrás cuando dejamos el uniforme. Si logramos unirnos, podemos ser una verdadera fuerza política capaz de alcanzar puestos clave en todos los niveles del poder.
No olvidemos: “Un día dejamos colgado nuestro uniforme, pero nunca olvidaremos lo que vivimos ni lo que logramos con él”. Con el respeto y admiración que merecen todos ustedes.