La inclusión del presidente Gustavo Petro y su familia en la Lista Clinton evidencia la deriva política y psicológica de un Donald Trump cada vez más errático, xenófobo y autoritario.
El mundo se enfrenta nuevamente a un gobernante llamado Donald Trump, con altos índices de aporofobia, comportamiento díscolo, discriminatorio, hostil y violador de los derechos humanos. Su accionar político parece sustentarse en una descabellada “teoría del loco”, que utiliza como herramienta para amedrentar a enemigos y aliados, fingiendo irracionalidad para hacer creíbles sus amenazas.
Internamente, Trump ha confrontado a la Corte Suprema de Justicia, jueces de la República, empresarios y hasta miembros de su propio gabinete. Además, ha chocado con los gobernadores de Massachusetts, Nueva York, California e Illinois, entre otros, al intentar restringir libertades civiles y debilitar el estado de derecho, especialmente contra los inmigrantes. Estas acciones han socavado los pilares democráticos que alguna vez caracterizaron a los Estados Unidos como “la mayor democracia del mundo”.
En materia internacional, Donald Trump ha mostrado una peligrosa dualidad: pasa del “Lobo Feroz” a Caperucita Roja según le convenga. Su aparente camaradería con Vladimir Putin ha dado paso a amenazas de guerra, incluyendo el envío de misiles teledirigidos.
Asimismo, ha impuesto y retirado aranceles arbitrarios contra países como México, Canadá, China, Japón y Colombia, utilizando la presión económica como arma política. Estos actos erráticos reflejan un liderazgo enfermizo, que busca reconocimiento y poder global, incluso aspirando —sin éxito— al Premio Nobel de Paz.
La más reciente provocación del “mono del norte” ha sido incluir al presidente Gustavo Petro y su familia en la Lista Clinton, una acción con claros fines políticos y propagandísticos, promovida por sectores de la extrema derecha colombiana. Estos grupos, aliados ideológicos de Trump, buscan recuperar el poder político y económico perdido, utilizando la manipulación mediática y la difamación internacional.
Resulta irracional señalar al presidente Petro de estar vinculado con el narcotráfico o el lavado de activos, cuando organismos como la DEA y la CIA conocen perfectamente quiénes producen, transportan y consumen la droga dentro del propio territorio estadounidense.
Especialistas en salud mental lo describen como un prototipo de patología obsesivo-compulsiva, con tendencias narcisistas y paranoides, capaz de provocar un reino del caos y el terror mundial. Sus políticas guerreristas, xenófobas y racistas han incrementado la polarización global y podrían derivar en una devastación económica interna.
De acuerdo con proyecciones, la economía estadounidense podría debilitarse para 2026 debido al efecto boomerang de los aranceles impuestos por el propio Trump, con una caída estimada del PIB de 0,2 % en 2025 y 0,55 % en 2026.
Los discursos guerreristas, antisistema y las acusaciones infundadas contra mandatarios demócratas son la nueva muletilla de Trump para imponer una ideología arcaica y autoritaria, respaldada por quienes buscan perpetuarse en el poder. El resultado: un mundo más dividido, temeroso y gobernado por la irracionalidad al frente del poder.



