Alguna vez escuché que las singularidades que caracterizan o diferencian a cada comunidad se deben buscar en los pequeños poblados, pues las ciudades en casi cualquier parte del mundo son muy parecidas.
De Frankfurt se dice que se pueden tener dos opiniones: Que no tiene mucho interesante para ofrecer, cuando aún no se ha visitado y que es una ciudad con mucho por conocer, después de haberla visitado.
No deseo escribir sobre lo que se puede encontrar fácilmente en una búsqueda por internet, sino sobre un par de cosas que me parecen interesantes o al menos bastante diferentes a lo que se ve usualmente en nuestra querida Latinoamérica, o que le dan a esta ciudad un sabor muy especial.
La zona central es bastante amplia y muy heterogénea. En la plaza central, que es el epicentro de la mayor parte de los recorridos turísticos, puede verse a las parejas recién casadas salir del hermoso edificio del gobierno local, que es donde se realizan los matrimonios civiles. En ella suelen tomarse con sus acompañantes la primera copa de Champagne después de dar el sí y antes de visitar alguno de los cafés circundantes.
A su alrededor se encuentran bellas y pintorescas antigüedades arquitectónicas, reconstruidas después de la destrucción de la ciudad durante la segunda guerra mundial. Entre ellas se encuentran muchos cafés que son en las tardes puntos de encuentro para diversas actividades sociales y comerciales, donde se puede disfrutar de diferentes bebidas a base de café acompañadas de un buen pedazo de torta.
Al pasar la calle se encuentra el río Meno, que divide la ciudad en dos. A ambos lados de sus orillas hay amplias vías para caminar o pedalear y, en especial en el verano, lugares para disfrutar de la vista y por supuesto, de una buena cerveza alemana.
La zona central comercial sigue siendo efervescente a pesar del cierre de muchas tiendas, repleta de personas de diversos orígenes que caminan absortas entre miles de luces led sobre plásticos multicolores, los anuncios que sobreestiman las cualidades de diferentes productos innecesarios e inútiles y uno que otro recreacionista que vende su arte a cambio de algunas monedas. Poniendo un poco de atención, se pueden escuchar diez o más diferentes lenguas en unos cuantos minutos.
Al alrededor de la zona central comercial, hacia el norte, hay un parque semi anular, interrumpido por las calles que se dirigen o salen de la zona central, en las que cada vez hay más espacio para las ciclorutas. El parque es visitado y transitado por cientos de residentes, muchos con sus amigos caninos. Un gran número de personas desvían su camino para cruzar parte del parque en lugar de las calles y evitar así el molesto tráfico vehicular.
En el parque hay algunos lagos con patos y gansos, también se pueden ver muchas ardillas y conejos, así como cuervos, palomas y muchas otras aves. En las noches es común encontrarse con grupos de personas redimiendo sus vacíos alrededor de muchas botellas llenas de licor.
Luego está la zona que circunda el parque, que es donde residimos buena parte de los migrantes, entre el ruido del abundante transporte público, el desorden y suciedad dejados en las actividades nocturnas, el azar de los empleados corriendo en las mañanas hacia sus lugares de trabajo o caminando lentamente de cansancio en las noches al regresar a sus viviendas.
Hacia el sur de la zona central comercial está el área de movimiento nocturno, atiborrada de restaurantes y bares de diferentes procedencias y con variopintas ambientaciones. En la tarde es posible observar a muchos migrantes llegando a su jornada laboral y unas horas después a cientos de turistas así como lugareños acomodados y no pocos migrantes buscando ser especialmente atendidos.
Hacia la estación central está el área de la oscuridad, que duerme durante las horas matutinas y vesperales a pesar del abundante tránsito de personas desde y hacia la estación, y que revive al caer el sol, de las discotecas y demás lugares nocturnos, que se llena de los que buscan mantener un estado de conciencia diferente o una exaltación de la misma por medio de sustancias psicoactivas, del sexo o de la rumba.
La zona de los bancos y aseguradoras, con sus gigantescos rascacielos modernos, que contrastan con las construcciones antiguas de la zona alrededor de la plaza central, no la visito con mucha frecuencia, pero me gusta pasar al otro lado del río y observar la audaz arquitectura de sus impresionantes edificios.
Hacia la periferia de la ciudad los edificios de apartamentos van desapareciendo para dar lugar a grandes y hermosas casas, donde residen los alemanes en medio de un ambiente herméticamente silencioso, ordenado, seguro y tranquilo.
Recorrer Frankfurt es como recorrer medio mundo, pasando por Asia, África y Latinoamérica. Los contrastes que se pueden observar son bien notorios e interesantes…
Perfil del Columnista: Médico cirujano de la Universidad del Valle (Cali, Colombia, 1993), con 27 años de experiencia. Máster en infección por VIH por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (Madrid, España, 2015); Máster en Dirección y Administración de Empresas modalidad Executive por el Centro Universitario Villanueva de Madrid (Madrid, España, 2009); con estudios de especialización en Gerencia en Salud y en Seguridad Social en la Escuela de Medicina Juan N Corpas (Bogotá, Colombia, 1999). Actualmente reside en Frankfurt, Alemania.