Para padecer tanto, sin necesidad alguna, donde el solo retiro dejara tranquilo al enemigo, así no llegue al poder; para sufrir cárcel y ser vilmente reseñado cual capo criminal de la mafia y que no solo los hijos sino a los nietos les toque soportar desproporcionada humillación e irrespeto, se necesita tener solo un propósito: ver a Colombia en paz.
Ese es el verdadero compromiso de Álvaro Uribe Vélez, Colombia en paz, pero una paz verdadera, no donde los criminales se burlan de las víctimas. Una paz con justicia social, autoridad y no anarquía. Esa es la paz de Uribe.
Que el desarme de las Farc sea un logro de Juan Manuel Santos, robense esos aplausos si quieren, que Uribe no los necesita. Desconozcan que sin los certeros golpes, propinados por Álvaro Uribe y que se autoendilgaba Santos, nunca hubiese sido posible siquiera el mamotreto ese que llaman paz y que dejaron nadando impunemente en coca. Ni eso hubieran obtenido si Uribe no arrincona a las Farc.
Nadie dice que no se quiere la paz y Uribe, -que es un demócrata con el que se puede discutir-ha luchado mucho más por ella que el pomposo nobel, que sin vergüenza alguna se pavonea inmerecidamente por los más excelsos escenarios del mundo.
¿Que hubiera sido de este país en manos de las pescas milagrosas, los burros bombas y collares de dinamita?¿ Se imaginan eso sólo un instante? ¿Qué sería de nuestros hijos, y de nosotros mismos? ¿a cuantos como a Uribe, nos tocó enterrar a nuestro padre por las balas asesinas de la guerrilla? ¿en verdad creen que disfrutamos verlos orondos en el Congreso, como si no fuera con ellos? ¿Este país en verdad necesita que le recuerden el bombardeo de Raúl Reyes o la operación Jaque, que fueron algunas de las tantas de Uribe que desvertebraron a las Farc? ¿Alguien se atreve a desconocer el fortalecimiento de la economía en manos de Uribe?
Después del mal denominado proceso de paz, soy el primero en perdonar y darles la bienvenida a la sociedad a esos acribilladores de la dignidad colombiana, pero previa condena, así sea medio representativa de sus criminales actos y no verlos en disfrute de la impunidad.
Si alguien ha trabajado por la paz en Colombia, ese es Uribe, que les guste o no, ha evitado que la narcoguerrilla llegue a la casa de Nariño, sin desconocer que pisan hoy el Congreso de la República.
Sólo de nosotros y nada más que de nosotros depende que se preserve la democracia y los criminales no se apoderen de la libertad, por la que desde inmemorables tiempos hemos luchado. Esto solo se puede preservar votando.
Se necesita dárselas de ciego, para no ver el disfrute de Petro, mientras caía presa del satánico fuego la cúpula de una iglesia en Chile.
Permitan recordar que aunque lo hayan borrado de la Constitución, jamás podrán del corazón de los colombianos, borrar, que este país ha estado, está y estará consagrado al Sagrado Corazón. ¡ Ojo con el 22!




