Históricamente, las comunidades judeo-cristianas han sido las más perseguidas alrededor del mundo. Desde el acoso de los sodomitas a Lot, pasando por el emperador Diocleciano y llegando a los comunistas, los cristianos sufren la crueldad de sus antagonistas. No es para menos, el mensaje del Evangelio confronta los hábitos nocivos, exhorta a la disciplina espiritual y corrige al desentendido, algo que no todos están dispuestos a aceptar. Actualmente, un frente compuesto, entre otros grupos, por marxistas, musulmanes, islamistas, yihadistas y globalistas, viene incrementando sus actos de violencia y censura contra estas comunidades.
Esta semana, organizaciones defensoras de derechos humanos genuinos alertaron sobre el genocidio que se viene presentando contra los cristianos en África. Según los reportes de Open Doors International, el país que mayor intensidad presenta de este fenómeno es Nigeria, donde en el primer semestre de este año, grupos islámicos asesinaron a machetazos a 1.400 cristianos.
Según reportes de CBN News, Abubakar Shekau, líder del grupo terrorista islámico, Boko Haram, y quien además es el hombre más buscado de África, mantiene una red continental de persecución contra los cristianos en ese continente. En el caso de Nigeria, Wall Street Journal informó que los grupos yihadistas tienen una estructura de búsqueda en las principales carreteras del país, mediante la cual tratan de identificar cristianos para secuestrarlos o asesinarlos en las vías. También, en Egipto, durante este año, grupos islamistas se dedicaron a saquear e incendiar las tiendas y casas de cristianos coptos.
En Asia, diversos países reportaron persecución y crueldad contra las comunidades cristianas durante el año 2020. Estos actos son frecuentes en China y Corte del Norte, que fieles a su pensamiento comunista miran al cristianismo como una amenaza para el sistema. Sin embargo, para ilustrar otro ejemplo, en Pakistán, hace unos meses, una adolescente cristiana logró huir de un grupo de musulmanes que la había raptado a causa de su fe y que estuvo siendo violada continuamente durante un mes y medio. En Indonesia, desde hace unos años, los yihadistas vienen perpetrando actos de crueldad contra los cristianos, donde, recientemente, realizaron una masacre contra una comunidad que profesaba esta fe y cuyos integrantes fueron decapitados y quemados vivos. Además, sus casas e iglesias fueron incendiadas.
En América, donde la mayoría de países han sido tradicionalmente cristianos, el discurso de libertinaje moral, bajo el disfraz de derechos humanos, viene ganando terreno y promocionando el rechazo a las enseñanzas espirituales del cristianismo. Sobre esta realidad podrían citarse varios ejemplos recientes, pero, para citar uno de ellos, puede verse lo sucedido este año en Estados Unidos, donde, entre los meses de junio y agosto de este año, grupos extremistas como Black Lives Matter y Antifa azotaron iglesias en varias ciudades del país, a través de amotinamientos y actos violentos que buscaban obstruir el derecho fundamental a la libertad de cultos.
Lo descrito son apenas algunos ejemplos alrededor del mundo. A excepción de las fundaciones cristianas, que en pocas ocasiones logran que pocos medios difundan estas noticias, nadie más habla de la creciente persecución y crueldad contra estas comunidades. Los organismos y tribunales internacionales están muy ocupados en promover el aborto, el consumo de drogas y la descomposición familiar como elementos del Gran Reinicio que fomenta el WEF. Sin embargo, es momento de reaccionar y ejecutar acciones para extender una protección especial a estas personas, sin importar que el cristianismo siempre resulte victorioso, porque la vida de cada uno de ellos también es valiosa.
José Antonio Maroso Vélez