La educación es un servicio esencial. La seguridad en las aulas con protocolos es posible de la misma manera que lo ha sido el retorno a la vida laboral. El contagio por medio de los encuentros sociales resulta mucho más preocupante que la apertura de las instituciones educativas, como lo han demostrado en la práctica países como Canadá y Alemania. Sin embargo, en Colombia ya abrieron los bares mientras las aulas, tan claves para el desarrollo humano y económico de cada individuo, siguen, en su mayoría, cerradas.
En algunos colegios públicos se ha puesto como condición realizar cambios estructurales para volver a clases: que los salones son muy pequeños para la cantidad de alumnos es una realidad desde antes de la pandemia, pero hay otras alternativas. Espacios al aire libre como canchas y parques son opciones viables, especialmente ahora que más y más estudios defienden que el contagio es mínimo en los entornos exteriores. La creatividad no debe faltar cuando la educación presencial es una prioridad.
Sin el cobijo de los colegios, los jóvenes, especialmente aquellos de bajos recursos, son más vulnerables al trabajo infantil, el reclutamiento forzado y la deserción escolar, de acuerdo al artículo “Los daños colaterales de un año sin aulas” publicado en La Silla Vacía. El cuidado de los niños también es una carga para sus progenitores, especialmente para las madres, que asumen esta responsabilidad y reducen sus ingresos laborales.
El impacto académico impacta a todos en distintos niveles. En 2020, de acuerdo a cifras del Banco Mundial para Colombia, los menores perdieron el 75% de lo aprendido, con el 20% más pobre perdiendo el doble al material estudiado en comparación al 20% más rico. Si la educación es el capital más valioso, aquellos fuera de las aulas y además con clases deficientes desde la virtualidad estarán en desventaja para acceder a instituciones de educación superior, y por ende a oportunidades laborales bien remuneradas.
La confianza se construye reconociendo los esfuerzos de aquellas escuelas y universidades que ya han regresado a las aulas presenciales, estas han venido implementado planes exhaustivos para mitigar el contagio: lavado de manos, distanciamiento, alternancia, equipos de grabación para aquellos que siguen las clases de manera virtual, y otras medidas que han probado ser efectivas.
Las demás instituciones y otros sectores de la población no se deben quedar atrás sino quieren que la brecha educativa crezca favoreciendo a aquellos asistiendo u próximos a asistir a clases presenciales, y en segunda medida a aquellos que tienen los recursos humanos y económicos para tener una educación virtual de calidad.
La salud y la educación presencial pueden coexistir. Cada institución tendrá mayor o menor capacidad en cuanto a la cantidad de alumnos que puedan recibir, ya que los protocolos deben ser cumplidos a cabalidad, por lo que es inevitable un sistema híbrido y de alternancia, para garantizar la educación a lo largo de la semana.
La labor del gobierno está en apoyar operativamente a maestros y alumnos, entregando insumos básicos como máscaras y antibacterial, así como equipos de grabación.
La tarea logística más importante debe ser liderada por rectores y personal administrativo, para diseñar planes seguros teniendo en cuenta las limitaciones en infraestructura de cada institución pero con la motivación y creatividad para re-diseñar los espacios. La labor de los padres y maestros, por último, es mantener una comunicación abierta con los directivos de las instituciones, para acompañar y verificar que los protocolos permitan un regreso a clases donde la ventilación sea adecuada y no existan interacciones entre aulas de diferentes niveles.
La tercera ola ha forzado nuevas restricciones en Cartagena de Indias. Pero tarde o temprano, la educación presencial volverá en tiempos de Pandemia. Los ritmos de vacunación no alcanzarán para vacunar al país tan pronto como se quisiera. Con alternativas razonables, no hay excusas para prolongar el regreso a clases a costa del futuro de la infancia y juventud colombiana.
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