El pasado 28 de abril en el país hubo un estallido social, que tuvo como detonante una serie reformas inconsultas las cuales generaron un rechazo generalizado y en consecuencia, desencadenaron movilizaciones en todo el país que permitieron el hundimiento de la reforma tributaria, a la salud y por otra parte, promover políticas públicas tendientes a mejorar las condiciones de bienestar, oportunidades, generación de ingresos y demás aspectos que se hacen necesarios en una democracia deforme, desigual y excluyente.
Irrumpe con fuerza en la sociedad el sector de la juventud, con creatividad desde lo artístico y cultural, utilizando además las herramientas del mundo digital como un puente para convocar, opinar y difundir masivamente información. Ya en el 2019 se habían hecho sentir con victorias tempranas, como lograr un incremento sustancial en la financiación de la Universidad Publica y el presupuesto de Educación Nacional. De nuevo retomó su Status de actor de primera línea, abriéndose paso en el liderazgo social y haciéndose sentir como un sector estratégico en el futuro inmediato del país.
En la década de los años 70 y 80 del siglo pasado, el movimiento estudiantil a través de su movilización presiono cambios importantes en el gobierno universitario, logrando el cogobierno e importantes cambios en el modelo de educación impartida. A inicios de los noventa su enjundia motivo la convocatoria de la séptima papeleta de una Asamblea Nacional Constituyente de cuyo fruto se expidió la constitución de 1991, cambiando el sistema representativo a un modelo participativo.
No obstante, los representantes de régimen han promovido reformas con las que han logrado cooptar a la ciudadanía. Hemos sido testigos de caudillismos y populismos que finalmente han procurado el beneficio del establecimiento, asistimos al creciente debilitamiento y desprestigio de las instituciones, en razón del aumento de la desigualdad y exclusión. La respuesta ha sido el autoritarismo y la presión justificadas en acciones vandálicas surgidas, pero al margen del derecho de movilización y protesta de la ciudadanía.
La sociedad reclama ser escuchada y atendida, todo lo que anteriormente hemos mencionado ha sido el resultado de una juventud que no se ha visto representada por la clase dirigente y que hoy reclama mayores espacios de participación y en especial la adopción de políticas públicas que recojan sus demandas. En ese escenario se han levantado los jóvenes exigiendo una educación superior incluyente, acabar con los déficits de la universidad pública, financiación para los jóvenes como parte de una política y no como una prebenda, logrando el mayor presupuesto en educación en 2019 y subsiguientes; sin embargo los alcances de sus demandas son mayores, oportunidades de ingreso, laborales sin el condicionamiento de la experiencia mínima, participar en todos los escenarios de la vida democrática del país con voz y voto, hoy no son el futuro, son el presente con decisiones de construcción de una mejor sociedad.
La excelente formación académica, el acceso a la información y los instrumentos de masificación a través de las redes sociales, hacen que los jóvenes tengan la capacidad de argumentación, gestión y liderazgo, para momentos como los que vivimos, interpretan la coyuntura y suelen ser prospectivos en sus análisis, pero lo más importante es que no solo utilizan el conocimiento sino la sinceridad y convicción en sus propósitos.
En Cartagena de Indias también nuestra juventud comienza a jugar un papel protagónico en las distintas esferas de la sociedad, abordan con mucha propiedad el tema de cambio climático, el ordenamiento territorial, espacio público, la educación, salud, el emprendimiento etc. Sin embargo, los valores y principios no pueden dejarse a un lado, ni puede reinar la anarquía, es necesario profundizar la democracia dentro de los canales institucionales, en el marco del respeto por el otro, sin heridas que profundicen o solo busquen la polarización para beneficios políticos o personales, apelo a la sensatez y estoy seguro que podemos cambiar el rumbo de la sociedad sin agresiones u ofensas personales, que nuestra arma sea la argumentación y la búsqueda del bien común.
El reto que enfrenta nuestra juventud es interesante, pero estoy convencido que muchos queremos acompañarlos hasta agotar nuestras fuerzas porque ellos se han convertido en sinónimo de esperanza. !Adelante, es claro que con una juventud así, Cartagena sí tiene futuro¡