El fútbol es sin duda la empresa deportiva que más genera pasiones en el mundo. Es un fenómeno de masas y por ello hay múltiples subculturas dentro de lo que es la cultura de este deporte.
La cultura del fútbol no es violenta, en lo general, pero hay grupos subculturales como «el ultra», que son violentos y generan violencia en el fútbol. No se pueden englobar a todos los aficionados en el mismo saco.
El fútbol se ha convertido en uno de los pilares de la sociedad. A pesar que este deporte tiene un gran número de adeptos que acuden a los campos a ver a sus jugadores y a disfrutar de los encuentros deportivos , nos hemos encontrado en muchas ocasiones, situaciones de violencia que empañan de manera drástica el sentido de lo que cualquier deporte, y más uno de equipo, desea transmitir. Es difícil de comprender por qué sigue sin erradicarse la violencia entre aficionados dentro y fuera del campo.
Tal es la agresividad de los miembros pertenecientes a estos grupos, la rabia hacia los contrarios y la violencia extrema que impide tener la libertad de poder elegir a qué equipo seguir sin tener miedo a estar cerca de algún fanático de estos. Ya el hecho de llamarse «barras bravas» indica el tipo de comportamientos de quienes hace parte de esos grupos.
Pero por desgracia este no es un hecho aislado y sí un patrón común que se ha ido desarrollando en el fútbol con el tiempo. Este tipo de actitud se suele desarrollar desde tempranas edades.
La violencia en el fútbol se origina en la propia sociedad y su comportamiento; una sociedad que se expresa en las gradas con frustración, enfados y agresividad que acumulan en su vida cotidiana y que en ningún otro espacio público se permite, pues con toda lógica correrían peligro de ser expulsados del recinto.
Algunos enfrentamientos violentos son provocados de manera deliberada por personas o grupos organizados, a los que suele llamarse “ultras” (o hooligans en los países de habla inglesa).
Este fenómeno tiene su origen en Inglaterra, y de hecho a veces se le llama «enfermedad inglesa» debido a la mala fama de los hinchas ingleses cuando viajaban al extranjero para animar a su club o al equipo nacional, aunque en Inglaterra tomaron medidas serias para acabar y controlar a los hooligans.
Pero la violencia organizada no es solo un fenómeno inglés, sino que se ha extendido a otros países, como los “Ultras de Italia”, las Torcidas Organizadas en Brasil y las Barras Bravas en centro y latinoamérica.
Además las hinchadas como otros grupos, colectividades e instituciones formadas en su mayoría por niños, adolescentes y jóvenes vulnerables, están infiltradas por movimientos extremistas radicales de ultra izquierda y ultra derecha, y movimientos fascistas, marxistas, nazistas, racistas, xenófobos e antisemitas que inculcan sentimientos de intolerancia, violencia y odio.
Los miembros de grupos ultras, en ocasiones no les importa el fútbol ni su equipo. Utilizan la relevancia de este deporte para generar violencia y adquirir repercusión, expandiendo así sus ideas.
La violencia en los estadios es el reflejo del vacío de valores éticos, morales y espirituales que existe en la familia y en la sociedad donde tener pasiones contrarias es condenar a muerte o a la humillación los que piensan y sienten diferente.
El futbol como cualquier deporte debe ser una fiesta y aquellos que quieren utilizar el deporte para fines ideológicos violentos deben ser legal y penalmente sancionados con contundencia por parte de las autoridades. No se puede permitir en el deporte la presencia y participación de “los ultras” o “barras bravas”.