Para marzo de 2020, el desempleo en el departamento del Cesar se ubicaba en un 15,5%, según reportó el estudio anual del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, es decir en el puesto 12 de 25 encuestados, quien también no era de dudar que ubicaría a la capital de la región (Valledupar) como una de las 10 ciudades con más índices de desempleo en el país, estas alentadoras cifras se convertirían en el talón de Aquiles que desencadenarían un significativo crecimiento en el índice de inseguridad en la región en la actualidad, a su vez, para la misma fecha el planeta entraba en una recesión producto de la pandemia por el Coronavirus declarada por la Organización Mundial para la Salud, OMS. Evidentemente, luego de esta declaratoria el pánico se apoderó de diversos sectores, uno de los primeros fue el productivo esto luego de que se declarará cuarentena a escala global afectando el área socioeconómica de las regiones.
En Colombia, la incertidumbre comenzó a reinar y uno de los departamentos que no demoró en reflejar las grietas de un sistema con falencias; suavizando el verbo, fue el Cesar, una región donde los indicadores repuntan pero hacia lo negativo: falta de oportunidades, desigualdad social transformada en pobreza, obras que no cubren las necesidades de la ciudadanía y la distribución desmesurada de recursos a proyectos que no han logrado suplir el sentir de la sociedad cesarence.
La llegada de la pandemia y el posterior confinamiento dio paso a un respiro momentáneo para los bienes de los cesarences que venían siendo víctimas de la inseguridad, y en algunos casos lamentablemente pasaban a ser parte de las estadísticas de homicidios; digo momentáneo porque no es un secreto que para los ciudadanos el estar en casa durante el confinamiento les ofreció la sensación de protección frente al clima delincuencial al que, día a día, les tocaba enfrentarse previo a la pandemia y que ahora en pleno 2021, se ha agudizado.
A casi dos años de pandemia, un intervalo de ella en cuarentena obligatoria, otro controlada y en estos últimos meses la puesta en marcha de una agresiva jornada de vacunación para contrarrestar los índices de contagios por Covid-19, aun me pregunto: en qué momento el Estado inyectará de forma agresiva esa vacuna al sector económico que nos permita salir de la crisis social en la que se encuentra inmerso nuestro departamento que por un momento dejó en evidencia que no solo la fuerza pública y las instituciones de seguridad representan la solución al problema sino el atacar la problemática de manera transversal.
La inseguridad en nuestra región no solamente depende del aumento del pie de fuerza, dotación de implementos de seguridad, ni de la construcción de sedes para las instituciones que son garantes de la seguridad ciudadana; aunque ellos juegan un roll determinante en la cadena no son los únicos responsables del fenómeno llamado inseguridad. Esa problemática, fundamentalmente, radica en la falta de oportunidades para nuestros jóvenes profesionales y los que no lo son también. Este último, al ver que las opciones de supervivencia se reducen deja de formar parte de la estadística de desempleo y pobreza para hacer parte de una más compleja generando una crisis estructural en toda la cadena. Situación que se refleja en los altos índices de robos, hurtos de vehículos y homicidios pos pandemia en el Cesar.
La disminución de la inseguridad debe ser considerada como un concepto integral que haga parte de la estrategia que determine ejecutar el gobierno, y si no es así miren las cifras del PIB del Cesar que según la sección de cuentas departamentales del DANE, de junio de 2021, se desplomó negativamente a -16,9%, siendo la explotación de minas y canteras el principal sector que aportó a su tasa ubicando al Cesar en el puesto 14 del ranking nacional para la medición del Producto Interno Bruto. Y el resto de los sectores ¿Cuándo comenzarán a aportar de igual o superior proporción que el minero?
La solución al problema, o por lo menos que permita reducir las cifras de delitos no es únicamente reunir a los funcionarios policiales en los semáforos de las ciudades cada vez que se cometa un delito o recorrer los barrios. La alternativa a esta crisis social es reactivar los sectores productivos del departamento generando empleo, abriendo la educación a los desiguales, ofreciendo deporte horizontal y verticalmente hablando no construyendo obras que al pasar el tiempo se conviertan en elefantes blancos porque los padres no tienen empleo para costear los implementos deportivos de sus hijos. La crisis de la inseguridad no es culpa absolutamente de la pandemia, el Coronavirus solo fue un catalizador de lo que se veía venir en materia de seguridad para el 2021.



