No es cuento, es una tautología, es decir “una verdad verdadera”, el 80% de la población colombiana está “mamada” con nuestros expresidentes. Es que escucharlos en estas épocas preelectorales dista mucho de su investidura, cuando lo que queremos los colombianos son ex mandatarios ecuánimes, con posturas elegantes de acuerdo a su historia, muy a pesar que difícilmente un ex funcionario de elección popular obtenga porcentajes positivos de credibilidad tanto en su mandato como en su contexto de expresidente.
De norte a sur y de este a oeste, nuestros compatriotas con su léxico regional, vociferan a “todo pulmón” a ver si los expresidentes escuchan y se aquietan: …eeey loco…quédate quieto dónde estás…; …alas ¡Carachas!…mi viejo…quieto te ves mejor…; Eche!… y ése man todavía anda jodiendo…; …Mirá pingo… deja lo arrecho…; Oiga viejo…a bolear quimba…, …Cucho… deje de ser…chichipato; …Cacha…no sea…juepuchica…; …esos Chulos…pasan es picureando…
Los susodichos, parecen ser los únicos que no han entendido lo difícil que se encuentra el país en cuanto a polarización y es allí donde ellos deberían entrar a subsanar heridas y no hacer como lo efectuado por el Dr. Pastrana, quien sin mirar su espejo retrovisor, tildó a Santos, Gaviria, Petro y Samper como los ‘jinetes del Apocalipsis’, cuando la historia encasilla a los jinetes de dos maneras, como “aterradora”, pero a la vez puede ser portadores de “buenas noticias”
No sabemos quién será el jinete del “Caballo Blanco”, o “El Rojo”, mucho menos “El Negro” y “El Palido”, pero lo que posiblemente nos ha querido decir el “magnánimo” Dr. Pastrana, es que, con uno se ellos, se acabaran los problemas que nos dejó el “Frente Nacional”, que como todos sabemos su engendro fue parecido al UPAC, ya que se ideo para doce años, pasó a dieciséis, y finalmente a más de treinta. Allí si habían ‘jinetes del Apocalipsis’, pero no de los buenos, ya que su hegemonía rebasó la historia de las dictaduras civiles y militares, y dejó en segundo plano la Patria Boba y la Gran Colombia, le ganó al asfixiante Radicalismo y la absurda y montada hegemonía Conservadora, hasta cuando se dio paso a la Constitución de 1991.
El Dr. Pastrana deberá decirles a los colombianos quien será el jinete bueno que acabará con los problemas reinantes actualmente en nuestro país, de manera especial para que “en vez de la guerra, reine la paz”, se acabe el feudalismo para que el campesinado tenga tierra donde cultivar y “…llegará a haber abundancia de grano en la tierra y en la cima de las montañas habrá sobreabundancia”, contrarrestando el informe de la FAO, sobre la inseguridad alimentaria en muchas de nuestras poblaciones con el riesgo latente de sufrir hambruna. Con alimentación, combatiremos “…las epidemias y muertes…todos tendrán salud…y vida eterna”.
Cuando se anunció la alocución del ex presidente Pastrana, la expectativa crecía. Se pensaba que la agresividad de uno de los principales ideólogos del partido Godo, era la de anunciar las medidas que debería tomar su candidato o llevárselas al próximo presidente, de cómo resolver los problemas citados por él, en especial el aumento del narcotráfico tanto en su producción como en el consumo interno, a más del desaforado consumo de los países compradores que no les interesa combatir su ingesta, sino preocupados por la salida de miles y miles de dólares.
El jinete afortunado deberá tener en su manga, el As que necesitamos para disminuir el alto índice de corrupción imperante que llevamos de lastre por mucho tiempo y la forma de sacar al país de ese deshonroso puesto 87 entre 180 países que tenemos a nivel mundial
Colombia es uno de los países donde todos hablan de acabar con la corrupción, pero inexplicablemente estamos estancados en su lucha y más cuando los encargados de legislar al respecto son los principales actores inmersos en dicho flagelo.
Es necesario, que no solo el expresidente Pastrana ayude constructivamente al desarrollo del país, ello debe ser también de parte de todos los ex, sin distingo de color, el país los necesita, pero no como están actuando, deben quitarse la camiseta partidista y dejar de despotricar del contrincante sin importarle la suerte de todos.