Chochó, el corregimiento más grande de Sincelejo, en el departamento de Sucre, está con dolor profundo por los sucesos acaecidos con los viles asesinatos el pasado 25 de julio de 2022 de tres jóvenes de su comunidad, Carlos Alberto Ibáñez Mercado, Jesús David Díaz Monterroza y José Carlos Arévalo Contreras
No es fácil involucrarse en temas desconocidos. Haciendo historia, se recuerda ése corregimiento por los sucesos del 2013-2014 con las 300 casas gratuitas conocidas como Villa Karen, donde el gobierno del ex presidente Santos decidió que dichas viviendas no eran para los Chochuanos, sino para los desplazados por la violencia de cualquier región del país, muy a pesar de las incipientes protestas, dichas adjudicaciones no les cambió el ritmo de tranquilidad de sus habitantes, sin embargo, los sucesos de los tres asesinatos no podía pasar desapercibido, por lo doloroso e inesperado, que ha sido catalogado, inclusive por las mismas autoridades como un “falso positivo y un delito de lesa humanidad”, por ello, nos trae a la mente investigar lo anunciado por la Fiscalía General de la Nación, cuando expresó que para dicho fatal acontecimiento se le aplicaría “El protocolo de Minnesota”.
Pero antes, retroalimentemos una parte de su historia, Chochó, un pueblo pacífico y pujante de pequeños y medianos agricultores dedicados a las faenas agrícolas y de pequeñas huertas caseras, que derivó su nombre a costa de las sequias de los arroyos existentes que ya no les suministraba el líquido a la población, pero en sus tierras bajas se formaban pequeños pozos y la malicia indígena los bautizo con el nombre de pequeños “Chochos”.
Ese nombre costeñol, podía tener algún significado no agradable y por ello los más letrados le dieron el acento al final y así se patentó con el nombre de Chochó, cuna de ilustres representantes del folclor colombiano, como el difunto Armando Contreras, el maestro Fabio Santos director de la emblemática Banda Juvenil de Chochó, ciudadanos distinguidos como el Poeta, escritor y periodista de la talla de Cristo García Tapia, el emérito licenciado Clímaco Flórez garrido, el economista docente Dario Suarez Suarez, el abogado Oscar Flórez Tamara, los médicos Juan Guevara Bohórquez y los hermanos José y Juan Sequeda Mercado y el sacerdote (Q.E.P.D.) Víctor Guevara Bohórquez, entre mucho más.
En primeras instancia definamos ¿“Qué es el protocolo de Minnesota»?. En palabras sencillas es un “un documento internacional o manual de procedimiento” que tiene como objeto evitar que funcionarios del Estado que son sospechosos de cometer crímenes, puedan influir, actuar o intervenir en las respectivas investigaciones y se utiliza en los “casos de muertes en custodia o por las fuerzas de seguridad”, por un equipo interdisciplinario con técnicas científicas y autópsidas que son del resorte de los médicos y biólogos de medicina legal y forense que buscan la resolución de los problemas sin implementar las técnicas comunes.
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La versión original de «El Protocolo de Minnesota» estuvo a cargo de las Naciones Unidas y fueron aprobados en 1989 por el Consejo Económico y Social del ente en mención. Desde ese año, los Estados, ONGs, organismos defensoras de los derechos humanos dependientes de la ONU, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Africana de Derechos Humanos, han utilizado el protocolo en las investigaciones de muertes en ejecuciones arbitrarias y extrajudiciales desarrolladas por las fuerzas de seguridad.
Lo relevante en la norma, es la de establecer si una persona fallecida fue ejecutada o se trataba de muerte natural o de otra naturaleza, con expertos conocedores de las ciencias jurídicas, médicas y forenses, aplicando modernos modelos científicos de exhumación, análisis de restos óseos y de autopsia, para que la comunidad sepa realmente los motivos de las muertes investigadas.
La presentación oficial de “El Protocolo de Minnesota” es pertinente para los sucesos de Chochó, cuando nos ilustra con suma claridad lo que encierra una muerte, «toda muerte en circunstancias sospechosas ocurrida en cualquier parte del mundo es en potencia una vulneración del derecho a la vida”.
Por ello, los entes jurídicos del Estado tienen la obligación perentoria de velar que toda persona que participe en la investigación del crimen de los jóvenes de Chochó, deben ser éticamente profesionales ya que los elementos del protocolo están en función a “casos de muertes potencialmente ilícitas”, y como se ha podido demostrar en los hechos sucedidos, “que los jóvenes estaban detenidos y bajo custodia de las fuerzas del Estado”
Los familiares en duelo, los sucreños, Colombia y el mundo, están expectantes por ver los resultados de lo que declaren los agentes, sub oficiales y oficiales detenidos, la verdad debe fluir y el castigo debe ser riguroso. Ya la vida no se puede recuperar, el dolor será perene, pero ello no se puede repetir.
“La reacción de aquel salvaje pelirrojo fue terrible. De un puñetazo en la nuca, me dejó casi sin sentido y, como no había visto venir el golpe, me di de narices con la pared. Empecé a manar sangre y, tras haberme incorporado, pues me había caído, me rehago y trato de comprender lo ocurrido. Cuando hago un ademan de protesta, el coloso, que no esperaba otra cosa, de una patada en el vientre me tumba otra vez en el suelo y comienza a golpearme con su vergajo” Papillon. Henri Charrière.