Los parásitos si no se tratan y se eliminan pueden provocar enfermedades a las que se les debe prestar atención, pues atacan en un organismo huésped y se alimentan del mismo.
Los parásitos se pueden contraer por medio de los alimentos o el agua contaminada, la picadura de un insecto o por contacto sexual. Dependiendo del tipo de microorganismos que habiten en el cuerpo pueden ser tratados para eliminarlos.
Los parásitos varían en tamaño y van desde muy pequeños, que son organismos unicelulares llamados protozoarios, hasta gusanos, que pueden observarse a simple vista. Una de las mejores formas de evitar que estos organismos habiten en el cuerpo humano es con la prevención. Por ejemplo, asegurándose de consumir agua que no esté contaminada.
Algunos parásitos no generan síntomas y es posible que las personas no sepan que los tienen. En general, cuando hay presencia de parásitos en el organismo se puede registrar diarrea y otros problemas gastrointestinales.
Algunos de los daños que causan los parásitos en el estómago son los siguientes:
- Anemia. Al absorber los parásitos los nutrientes del intestino y deteriorar las células se puede generar anemia.
- Deshidratación. “La diarrea y el vómito pueden causar pérdida de líquidos y electrolitos, lo que puede llevar a la deshidratación. La deshidratación puede ser grave, especialmente en niños pequeños y personas mayores”, señala la plataforma.
- Inflamación del hígado y el páncreas. Los parásitos ocasionan que el hígado y el páncreas se hinchen, y esto a su vez puede generar más afecciones.
- Obstrucción intestinal. “Los parásitos pueden obstruir el intestino, lo que puede causar dolor abdominal y puede requerir cirugía para reparar el daño”.
Es recomendable que después de 24 horas de la purga se incorporen alimentos probióticos que ayuden a reforzar la microbiota con alimentos fermentaos como el yogur.
- Picazón de la zona anal o vaginal.
- Insomnio, irritabilidad, rechinado de dientes y agitación.
- Dolor de estómago y náuseas ocasionales.
- Dolor abdominal intenso.
- Fatiga.
- Vómitos.
- Pérdida de peso o malnutrición.
- Un gusano en el vómito o en las heces.