La paciencia del profe Wilson, mi hermano mayor, me desespera. Yo, que soy como Elon Musk, que desayuna y almuerza en cinco minutos, lo noto comer con esa tranquilidad que hoy envidia el mundo, de quien ha ido por la vida dando lecciones de sencillez, madurez y decoro.
El mundo, asaltado por consumidores pasivos, utilitarista y convencional, que se precipita en una carrera alocada del consumismo, donde las universidades se convirtieron en empresas que venden títulos y empresas de salud que hablan de rentabilidad financiera y de clientes, necesita de personas como el profesor Wilson, para mí, el maestro ejemplar.
Con toda la paciencia del mundo, el profesor Wilson Hamburger, ha ejercitado un liderazgo sano y robusto que alguna vez San Jacinto habrá de destacar. Todo lo que se ha propuesto lo ha logrado. Su misión no ha sido acumular cosas materiales. Todavía conserva la misma bicicleta de sus primeros años. Nunca pensó en autos ni mansiones, sino en servir a la sociedad. Sus alumnos hoy son su mejor riqueza y sus seguidores.
Es un ejemplo de decencia, de disciplina y madurez. Es un líder conciliador, tan bueno que algunos lo creen pendejo. Pero no, siempre tiene los pies en la tierra aunque lo noten distante. A veces yo, que me las tiro de ser muchas cosas, quisiera tener su poder de liderazgo y convocatoria.
El profe es de esos de los de antes, que no se limitaban a dictar clases, sino que siempre estaban pendientes del alumno en el aula y fuera de ella. Wilson convirtió a San Jacinto en una inmensa aula de clases. En Santa Lucía generó mucho amor y sentido de pertenencia.
Cuando joven nadie le ganó un maratón. Cuando venía de Bajo Grande se acordaba que se le había olvidado un cuaderno y se devolvía a buscarlo a pie. Cuando estuvo al frente del comité municipal de fútbol organizó Los mejores campeonatos de San Jacinto.
Hasta la seño Viña se contagió de fútbol y patrocinó el Atlético Viña. Fue la época más brillante. Todos fuimos campeones en algo. Después pasó a liderar el club socio cultural y deportivo los maestros, Clusydem, con casi cuarenta años de liderazgo en ese sector.
Si bien es cierto que la Fiesta del Pensamiento nació en El Difícil – yo fui cofundador – solo con el músculo organizativo de Clusydem se materializó. Ya son casi veinte años al frente de la fiesta popular del pensamiento, que se ha convertido en una de las tres fiestas culturales más importantes del Caribe.
Igual, ahora pensionado y en la misma bicicleta de siempre, el profesor Wilson lidera una nueva emisora para San Jacinto, donde seguramente imprimirá su sello personal.