El fenómeno de La Niña ha comenzado a tomar forma, según lo ha confirmado el meteorólogo Max Henríquez, quien ha analizado las condiciones climáticas actuales y su impacto en Colombia. En declaraciones recientes, Henríquez explicó que las anomalías de temperatura en el océano Pacífico, particularmente en la zona del Pacífico centro-occidental, han alcanzado un enfriamiento de 1,1 grados Celsius por debajo de lo normal, lo que indica el inicio del fenómeno de La Niña.
Este enfriamiento en el océano provoca un aumento de las precipitaciones en varias regiones del país, ya afectadas por intensas lluvias, especialmente en la región Andina, el Pacífico, la región Caribe y el oriente de Colombia.
Henríquez precisó que el Centro de Predicción Climática (CPC) de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU.) ha corroborado la presencia de este fenómeno, que traerá consigo lluvias intermitentes en el país. Según los pronósticos, el fenómeno se extendería hasta marzo de 2025, con la posibilidad de alternar días de lluvia con otros de condiciones más secas.
El meteorólogo también destacó que, según los análisis del CPC de la NOAA, se espera que este fenómeno de La Niña tenga una duración relativamente corta, con un posible cambio de condiciones hacia finales de marzo. A partir de abril, el Pacífico podría regresar a una fase de normalidad, lo que implicaría una disminución en las precipitaciones y una estabilización de las condiciones climáticas.
Las lluvias que se están experimentando actualmente en Colombia, Ecuador y Perú están directamente relacionadas con la presencia de La Niña. Henríquez aseguró que el enfriamiento del océano Pacífico es un indicativo claro de que las lluvias continuarán con una intensidad significativa en la región durante los próximos meses. Las autoridades meteorológicas de estos países están monitoreando de cerca el fenómeno, ya que las fuertes lluvias pueden causar deslizamientos de tierra e inundaciones, afectando gravemente a las comunidades más vulnerables.
Este fenómeno, caracterizado por temperaturas más bajas en las aguas del Pacífico, altera los patrones climáticos en América Latina y otras regiones, generando un aumento de precipitaciones en ciertas áreas y condiciones más secas en otras. La capacidad de anticipar estos cambios es fundamental para la toma de decisiones gubernamentales y la preparación de las poblaciones ante posibles emergencias.
Si bien el fenómeno podría durar hasta marzo, las regiones afectadas deben seguir de cerca las recomendaciones de las autoridades meteorológicas para mitigar los impactos negativos de las lluvias intensas y garantizar la seguridad de los ciudadanos.