La creciente ola de violencia que sacude diferentes municipios de Bolívar ha puesto en evidencia una alarmante tendencia: los sicarios están cobrando vidas, y en su mayoría, las víctimas tienen antecedentes judiciales por delitos como homicidio, tráfico de estupefacientes, hurto y violencia intrafamiliar lo que plantea una pregunta importante sobre la conexión entre la criminalidad y el prontuario criminal de los involucrados.
Uno de los casos más recientes se presento en el municipio de Arjona, al norte del departamento. Juan Daniel Julio Cortecero, conocido popularmente como ‘Juan Bara’, fue asesinado en la cancha del barrio El Tanque.
Según las autoridades, dos desconocidos llegaron al lugar, y uno de ellos disparó varias veces contra la víctima, quien luego falleció en el hospital local debido a la gravedad de las heridas. Según las primeras hipótesis el crimen podría estar vinculado con actividades relacionadas con la venta de estupefacientes.
Juan Daniel Julio, quien tenía 31 años, no era un desconocido para las autoridades. Contaba con antecedentes judiciales por tráfico de estupefacientes y hurto, lo que lo vincula con un perfil típico de las víctimas de esta violencia en aumento. Este patrón, donde las personas involucradas en actividades ilícitas caen a manos de sicarios, refleja una problemática más amplia: la constante guerra entre bandas criminales por el control de territorios, especialmente aquellos ligados a actividades ilegales como el narcotráfico.
En Turbaco, un joven de 22 años, identificado como Samuel Navarro Romero, fue también asesinado a balazos por un sicario cuando se encontraba en las afueras de un establecimiento público. Tenia un historial judicial por violencia intrafamiliar. En este caso, un joven de 21 años que se encontraba cerca también resultó gravemente herido.
Lo que está generando aún más temor en la región son los panfletos que han aparecido en varias zonas de Turbaco, donde se hace un llamado a las bandas criminales para que abandonen el municipio, o de lo contrario, enfrentarán consecuencias violentas.
El hecho de que muchas de las víctimas de estos crímenes cuenten con antecedentes penales no es una coincidencia. Este patrón sugiere que los asesinatos selectivos en la región están íntimamente ligados a disputas entre bandas criminales, donde las víctimas son vistas como elementos claves en el entramado delictivo local.
En otras palabras, la alta criminalidad está directamente relacionada con las acciones pasadas de los involucrados, quienes han sido parte activa de las dinámicas delictivas que se desarrollan en barrios y zonas como El Tanque, Turbaco y El Socorro, en Cartagena.
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La combinación de violencia armada y los antecedentes penales de las víctimas refleja una realidad alarmante: un ciclo de criminalidad difícil de romper, en el que aquellos involucrados en actividades ilícitas están siendo eliminados por otros actores delictivos que buscan tomar control del territorio.
Parece que aquellos con antecedentes judiciales por delitos graves están en la mira de las bandas criminales que buscan imponer su dominio.