Desde que resido en Alemania muchas personas suelen expresarme su curiosidad por las diferencias culturales entre los pobladores de este país y los de los países latinos. Suelo responder narrando un par de curiosidades que he podido observar mientras conducía por carreteras alemanas y francesas, en seis viajes en los que he tenido la oportunidad de recorrer en automóvil gran parte del oeste alemán y el centro y norte de Francia. Actualmente resido en Frankfurt, Alemania.
La primera diferencia que pude notar es que en Alemania no existen peajes para los automóviles; no hay ni uno sólo. Usted puede recorrer el país de extremo a extremo y no se encontrará con ningún peaje. Mientras que en Francia hay muchos, son muy frecuentes. Recuerdan las vías de la costa atlántica o en general de Colombia… no ha terminado usted de guardar las vueltas en su billetera cuando aparece un nuevo peaje.
Y en contraste las vías alemanas son amplias, todas las vías principales son de doble calzada con tres o más carriles en cada sentido y el estado del pavimento es en general muy bueno. Mientras que en Francia hay tramos de vías internacionales en regular estado y en ellas se pueden encontrar segmentos de una calzada en doble sentido, lo que en Europa deja bastante que desear.
Lo siguiente que me llamó la atención es que en Alemania hay muchos tramos sin límite de velocidad. Usted puede circular a lo que le dé su vehículo. De hecho le recomiendan no conducir a menos de 130 km/h. Y eso es posible porque los alemanes no rebasan los límites permitidos aunque no hayan radares, jamás rebasan por la derecha y tampoco cambian nunca de carril sin estar completamente seguros de que la vía esté totalmente libre. Sólo hay límites de velocidad en las zonas de cruces o donde el trazado de la vía u otras circunstancias pueden aumentar el riesgo de un accidente a alta velocidad.
En Francia no recuerdo haber visto tramos sin límite de velocidad. La máxima velocidad permitida que observé es de 130 km/h y hay muchos tramos con velocidad máxima a 100 o 110 km/h. Y muy pocos acatan los límites, lo usual es ver vehículos zigzageando entre los carriles por encima del límite de velocidad y es normal que adelanten por la derecha.
Al principio me llamó la atención que tantos condujeran por encima de los límites de velocidad a pesar de que abundan los radares para controlarla. Luego observé que cuando usted entra a un pueblo, sin excepción alguna, lo primero con lo que se encuentra es un anuncio en el que le ofrecen instalarle a su auto un dispositivo para evadir los controles de velocidad engañando a los radares. Por supuesto es difícil sentir la confianza para conducir siquiera a la velocidad máxima permitida.
Una diferencia más que pude observar es que las carreteras alemanas están señalizadas a prueba de despistados, lo cual personalmente me conviene bastante. Absolutamente todas las circunstancias que usted necesita saber mientras va recorriendo la carretera están señalizadas redundantemente y además con antelación más que suficiente, a veces de muchos kilómetros.
En Francia en contraste la señalización le permite relativamente menos tiempo para ajustar su velocidad o cambiar de carril en caso necesario, por lo que debe estar usted muy atento a ella o usar un dispositivo que le anuncie con suficiente anticipación los cambios de ruta. De lo contrario puede usted perder el camino y se verá obligado a recorrer muchos kilómetros para retomarlo.
Un detalle más que me ha llamado la atención es que en Alemania son mucho más frecuentes que en Francia los espacios para detenerse, descansar, tomar un café y evitar el riesgo para sí mismo y para los demás de conducir con agotamiento, que además son gratuitos, pues para los alemanes es claro que es menos costoso disponer de esos espacios que tener una mayor accidentalidad.
Estas son sólo algunas de las diferencias que un despistado irredimible ha podido percibir, seguramente alguien más atento podrá descubrir algunas más. Espero haber logrado hacerle notar los contrastes y motivarle a usted a reflexionar en los factores culturales que subyacen bajo esos contrastes, y que determinan comportamientos, casi siempre inconscientes, que afectan negativamente nuestro bienestar, todo tipo de relaciones sociales y nuestras posibilidades de progresar como comunidad.
Perfil del Columnista: Médico cirujano de la Universidad del Valle (Cali, Colombia, 1993), con 27 años de experiencia. Máster en infección por VIH por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (Madrid, España, 2015); Máster en Dirección y Administración de Empresas modalidad Executive por el Centro Universitario Villanueva de Madrid (Madrid, España, 2009); con estudios de especialización en Gerencia en Salud y en Seguridad Social en la Escuela de Medicina Juan N Corpas (Bogotá, Colombia, 1999). Actualmente reside en Frankfurt, Alemania.