Con estas palabras Monseñor Luis José Rueda Aparicio comentó la absurda y grave invasión de Simona y sus seguidores “artista” de la primera línea: “los actos de irracionalidad que se vivieron en la Catedral de Bogotá, son signos lamentables e inaceptables. Aun así, seguimos amando, también a quienes nos hacen daño. Les ofrecemos un amor con dignidad, sin odio, como lo vivió y nos lo enseñó Jesucristo el Señor: Padre, perdónalos, no saben lo que hacen”.
Se equivocan quienes minimizan la irrupción de los encapuchados que el pasado fin de semana ingresaron a la Catedral Primada, en Bogotá, e interrumpieron una eucaristía para lanzar arengas; este hecho encierra un mensaje altamente violento y, por lo tanto, muy peligroso, que muestra cómo hay sectores dispuestos a transgredir todos los límites de la convivencia pacífica, con personajes públicos de Colombia que los justifica y apoya.
Las creencias religiosas hacen parte de las convicciones más íntimas de una persona y, por lo tanto, merecen respeto absoluto. En ese sentido, los templos son y deben seguir siendo espacios dedicados única y exclusivamente a los fines que cada religión determine, y quien sobrepase ese límite, viola la libertad de cultos.
Más allá de las sanciones legales a las que haya lugar, los ciudadanos, creyentes o no, y de la religión que sea, deben rechazar este tipo de acciones. La sanción social es clave para evitar que las vías de hecho se validen como protesta.
El presbítero Víctor Ricardo Moreno le dijo a Simona jefe de la banda que, “a pesar de lo ocurrido, siempre serás bienvenida a nuestros templos” y que podría darle “un abrazo de bienvenida”.
Ante los cuestionamientos que hizo la manifestante, el sacerdote le recordó que él también alza la voz contra la injusticia, pero sin ser manipulado: «Las frases cortas, cuando son inteligentes, no requieren de libreto».
«Veo que tú y tu séquito portaban morrales. ¿Qué cargabas en ellos? Seguro no eran alimentos para las familias pobres», fue otra de las duras reflexiones.
Siguió diciendo “No te hablaré de lo sagrado que profanaste, porque como parece, no has mirado la profundidad de tu alma, por esto no lo comprenderías. Pero sí te quiero decir que en el lugar que profanaste, nos damos un abrazo de paz con nuestros seres queridos y con personas que no hemos visto antes, porque somos artesanos de paz. En cambio, a ti tal vez te han adoctrinado, diciéndote que todos los demás son tus enemigos, que solo queda odiar y que matar es un derecho, incluso a tu propio hijo desde tu vientre. En nuestros templos reina la paz. Tu mensaje no es para un templo”.
Sin dudas que este acto absurdo, los actos vandálicos de la primera línea, son un preámbulo de lo que puede venir después de la elecciones presidenciales. Cuando se atropellan valores fundamentales y constitucionales de una sociedad como lo es la libertad de culto, el respeto por las religiones y de los lugares donde se vive la fe, estamos construyendo violencia, intolerancia y odio. Padre, perdónalos porque saben lo que hacen, y eso es más grave.




