Respeto hace falta en Sucre y la gente está ávido de él. Los jóvenes en su gran mayoría han perdido la línea del respeto, hasta los niños. Parte de la culpa es de los padres.
Primero el consumismo y la competencia no sana acaban con la tranquilidad de la familia. Nadie es capaz de poner un pare, donde existen en Sucre miles de niños que se acuestan sin comer, otros padres sólo piensan en el FIFA 23, 24 y un consumismo desmesurado, siendo que al final de cuentas son los mismos monicongos. Amén que no se quieren desprender los usuarios de las pantallas. Las conversaciones familiares se extinguieron y nadie protestó.
En Sucre propongo rescatar los valores de la familia, dónde se respete a los padres y se entienda que padres son padres y profesores son profesores.
Hay que rescatar que se coma y converse en familia, se ceda el puesto a los adultos, se salude, se entienda que la vida es sagrada, se establezcan límites, se respete la diferencia pero no se imponga el atropello al otro, camuflado en respeto a las minorías. Jamás apoyaré la drogadicción en ninguna de sus expresiones. Impensable que corregimientos y veredas de Sucre tienen hoy presencia de drogas en sus niños y jóvenes y nadie hace nada.
Hay que detectar los casos buscándolos, aplicar el rigor de la ley a los expendedores, sin dejar de lado el individualizar las situaciones y ofrecer alternativas legales de subsistencia los que lo ameriten. Ante todo implementar programas serios para prevenir la drogadicción en nuestros niños y jóvenes.
Pero si los programas en este sentido se convierten en asignaciones para cumplir compromisos políticos, entonces el fracaso está asegurado y es un acto además de irresponsable, criminal.
Los niños y jóvenes, de acuerdo a su edad, tienen que entender que estar en la drogas no es «cool» ni de moda, sino vergüenza, que mata, acaba, destruye. Saber que el sexo no es un deliberado acto cargado sólo de instinto e irresponsabilidad que puede traer graves consecuencias a la vida, si no se asume con responsabilidad y madurez. No se trata de mojigatería, sino de inculcar amor propio y responsabilidad.
Insistiré siempre en la cultura ciudadana. A ella hay que dedicarle toda la inversión del mundo. De allí parte la seguridad y el respeto a la vida. Sucre tiene que llegar al punto donde algo tan simple cómo violar una señal de tránsito, parquear indebidamente en el cupo de los discapacitados, se convierta en un acto de «sentir vergüenza» ante la comunidad. Que los sucreños volvamos a sentarnos con tranquilidad en la puerta de la casa.
Los gobernantes son indispensables en el logro de los objetivos del respeto. Elegir y aplaudir mandatarios que lleguen a los cargos para enriquecerse y después salen con orgullo, siendo aceptados y vanagloriados por la alcahueta sociedad reconociéndolos como héroes, no es más que convalidar la miseria del comportamiento humano y cavar la propia tumba de todo un pueblo qué no tendría porque quejarse de que la inseguridad, falta de una salud eficiente los conduzca a enterrar prematuramente a sus hijos y seres queridos en general, porque cada aplauso que dan al corrupto y sinvergüenza gobernante es una puñalada a los suyos. ¡Qué los corruptos sientan vergüenza, no aprobación!
Si no estamos dispuestos a asumir el rescate de nuestra sociedad, entonces ni nos quejemos. Respeto, uno de los tantos pasos a dar en el departamento que debe disminuir la brecha de la desigualdad. Tarea que no se comienza, no se termina. Te invito a que entre todos construyamos un nuevo Sucre.