Celebramos el Día Mundial de la Radio, un medio que, para muchos, sigue siendo el de mayor alcance y penetración en todos los sectores de la sociedad. Basta imaginar a un campesino trabajando la tierra con su radio encendido, escuchando las noticias o disfrutando de la música popular. Para él, la radio ha sido siempre una compañera inseparable, ambientando sus madrugadas y guiándolo en su jornada.
Recuerdo que mi padre, Ángel María Medrano Quezada, comenzaba sus mañanas encendiendo su pequeño radio antes de partir al campo. Sintonizaba Radio Habana o Radio Taíno, emisoras que, con sus programas de la vieja trova cubana, llenaban de notas el amanecer. Luego, preparaba café y nos despertaba para que lo acompañáramos. Al llegar a la parcela, iniciaban las labores diarias, pero la radio nunca se apagaba.
Gracias a la radio, la música está en todas partes. En los campos del Caribe colombiano, se escuchaban rancheras mexicanas, tangos y, por supuesto, la música popular de nuestro país, con los porros y cumbias de artistas como Francisco Zumaqué, Pacho Galán y la orquesta de Rufo Garrido.
Desde su llegada en 1929, la radio ha sido un motor de alegría, ampliando su cobertura con el tiempo. Con el nacimiento de RCN Radio y Caracol Radio, llegaron las grandes transmisiones de fútbol, boxeo, béisbol, atletismo y festivales.
En 1947, una comunidad religiosa fundó Radio Sutatenza, con la misión de educar a los campesinos colombianos. Su programa más emblemático fue Bachillerato por Radio. Sin embargo, en 1969, Caracol Radio adquirió Sutatenza, poniendo fin a un proyecto cultural que marcó una era.
La radio también evolucionó con la llegada de la Frecuencia Modulada (FM), inventada por Edwin Armstrong. Las primeras estaciones FM en Colombia solo transmitían música clásica y estilizada, sin locutores. Este formato se mantuvo hasta que el grupo Char creó Radio Olímpica, revolucionando la FM con una programación tropical que sacudió la tradicional radio en Amplitud Modulada (AM).
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El 15 de agosto de 1965, surgió la radio comunitaria, y con ella, las universidades comenzaron a crear sus propias emisoras, impulsando un renacer de la radio cultural.
La crisis actual de la radio colombiana
En 2025, al celebrar el Día Mundial de la Radio, no podemos ignorar la crisis que enfrenta la radiodifusión en Colombia. La desaparición del Grupo Todelar, que en su momento lideró el sector bajo la dirección de Bernardo Tobón de la Roche, y el cierre de varias emisoras de RCN Radio, son síntomas de un declive preocupante.
También hay una crisis de contenidos. En el pasado, la radio ofrecía producciones de alta calidad, como las radionovelas, el humor de Ever Castro y Los Chaparrines, y la época dorada de La Luciérnaga, bajo la dirección del maestro Hernán Peláez, acompañado por el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal y el inigualable Guillermo Díaz, el “hombre de las mil voces”.
Otros programas emblemáticos, como Contra Punto, del periodista y humorista Humberto Martínez Salcedo, marcaron una diferencia en la radio de calidad.
Un nuevo camino para la radio
A pesar de los desafíos, la radio sigue siendo un medio poderoso. Su capacidad de informar, educar y entretener ha evolucionado con la llegada de las plataformas digitales y la radio en streaming. Hoy, las emisoras no solo transmiten por señal abierta, sino que han encontrado nuevos públicos a través de podcasts, aplicaciones móviles y redes sociales, demostrando que la radio no muere, sino que se transforma.
El desafío ahora es recuperar la calidad de los contenidos, apostando por formatos innovadores y locutores preparados que respeten la inteligencia del oyente. La radio sigue siendo la voz de las comunidades, la compañía en el trabajo, el motor de los recuerdos y la escuela del periodismo.
En este Día Mundial de la Radio, más que lamentar su crisis, debemos celebrar su legado y trabajar por su renovación. La radio no solo cuenta historias del pasado, sino que también tiene un futuro vibrante que, con creatividad y compromiso, podemos seguir escribiendo.