La reciente declaración de la Fiscal General de la Nación, Luz Adriana Camargo, en la que describe la situación del Cauca como un «cóctel de criminalidad», ha generado sorpresa y desconcierto entre los colombianos. Este pronunciamiento, lejos de aportar una visión novedosa, parece evidenciar una desconexión preocupante de la alta funcionaria con la realidad que el país ha enfrentado durante años.
Es bien sabido que regiones como el Cauca y el Catatumbo han sido históricamente escenarios de múltiples conflictos armados, la presencia de diversos grupos ilegales y una compleja red de actividades delictivas. La violencia en estas zonas no es un fenómeno reciente ni desconocido para la opinión pública. Por ello, resulta inquietante que la máxima representante del ente acusador presente este diagnóstico como un «descubrimiento» en su rendición de cuentas.
La labor de la Fiscalía General de la Nación es fundamental para la justicia y la seguridad en Colombia. Sin embargo, declaraciones como la de la Fiscal Camargo ponen en entredicho la efectividad y el enfoque de su gestión. Si, después de un año en el cargo, su mayor logro es identificar una problemática que ha sido evidente por décadas, es legítimo cuestionar qué acciones concretas se han implementado para combatir estas realidades.
La desconexión de la Fiscal Camargo con la realidad nacional parece reflejar una tendencia más amplia en el liderazgo del país. Tanto ella como el presidente parecen estar inmersos en una burbuja que los aleja de las urgencias y necesidades del pueblo colombiano. Mientras tanto, las comunidades afectadas por la violencia continúan esperando respuestas y soluciones efectivas.
Señora Fiscal. ¿Qué pasa con el caso Nicolás Petro, la UNGRD, Benedetti, Papa Pitufo, INVIAS, ¿esto es solo para decirle al país sobre los casos más sonados y que su entidad tiene en pendiente y usted sale con esta inocentada? definitivamente todo lo que sale del gobierno postulaciones, nombramiento en propiedad son igual o peor al mismo
Es imperativo que las autoridades no solo reconozcan las problemáticas existentes, sino que también presenten estrategias claras y acciones contundentes para enfrentarlas. El pueblo colombiano merece líderes que, más allá de diagnósticos tardíos, demuestren compromiso y eficacia en la construcción de un país más seguro y justo. Pero sobre todo que quienes lideran las instituciones más importantes del país actúen como debe ser, alejadas de toda ideología política, que en principio e lo que nos tiene cada vez más perjudicados para no decir la frase que corresponde en este país.