Cuando voy a defender a alguien, lo hago de frente. De lo contrario, mejor no hago nada. Es lo que asumo en esta columna con el alcalde de Sincelejo, Yahir Acuña Cardales, quien fue, sin prueba alguna, señalado por el expresidente Álvaro Uribe de confabularse con Iván Cepeda, Juan Manuel Santos y Germán Vargas Lleras contra él. Descabellado argumento.
Vamos por partes. Opino que el juicio contra Álvaro Uribe es un juicio político que padeció el efecto búmeran de la acción iniciada por él. Si me preguntan qué pienso de ese juicio, no dudo en decir que es injusto, inmerecido y cargado de show. De allí a que esa realidad que observo dé vía libre al poderoso expresidente para llevarse por delante al alcalde de Sincelejo, Yahir Acuña, no es correcto, ni tiene derecho a ello.
Tendrá el presidente Uribe que presentar las pruebas de la tal «confabulación», según él, a la cual se sumó Acuña como miembro de la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes. Señalamiento delicado desde todo punto de vista. Si como investigador perteneciente a esa comisión a Yahir le correspondió tomar algunas decisiones propias del cargo, eso dista mucho de ser una confabulación contra el hoy bastante agobiado —injustamente— Álvaro Uribe Vélez.
Su angustia no le otorga licencia sin restricciones para lanzar semejante señalamiento contra Yahir Acuña Cardales. Querer demostrar su inocencia no le da derecho a atropellar a quien seguro lo trató con respeto y reconociendo su ascendencia, para terminar, producto de algo fortuito, señalado de confabulador. No hay derecho a eso. Álvaro Uribe Vélez, sin necesidad de esos golpes bajos, como el que pretende asestarle a Acuña, saldrá adelante.
¿A cuál «negocio» se refiere el expresidente Uribe en su declaración contra Acuña? No tiene lógica ni sentido común comunicar al señalado que la causa por la cual se le acusa es impulsada por un negocio entre sus enemigos, y que uno de los que hace parte de la supuesta «confabulación» sea, precisamente, quien se lo va a informar personalmente. Relato sin pies ni cabeza.
El expresidente Álvaro Uribe es una persona poderosa, lo cual no restringe el decirle, con respeto, ciertas verdades, como que para este complejo caso judicial suyo, se busque otro caballito de batalla distinto al alcalde de Sincelejo, Yahir Acuña, quien ya tiene bastantes problemas por resolver en la ciudad, y de toda índole, como para que pretendan seguir graduándolo de ñame y colocarlo de indispensable en todo mote —léase, problema. Así no es.
Dice textualmente el expresidente Álvaro Uribe Vélez: “Me encuentro yo a Yair Acuña en un avión, y me dice: ‘a mí me da pena con usted, yo no quería hacer eso, eso lo hice por un negocio con Santos y con Vargas Lleras’. Me extraña con Vargas Lleras; con Santos y con el doctor Cepeda, nada me extraña por lo que he vivido”.
¿Cómo así que le extraña con Vargas Lleras? ¿Trata Uribe de excluir a Vargas Lleras de su «versión»? Si lo saca porque es mentira, entonces ¿el resto qué sería? Esa «verdad» no encaja. No todo vale.