Con el inicio de enero y el nuevo año, las cabañuelas empiezan a marcar tendencias. Además del crudo y atípico invierno que vivimos, podría pensar que este será un año bastante lluvioso, con estragos que, en mi opinión, no son tanto causados por el agua como por la evidente y urgente falta de un plan maestro de drenajes pluviales. Este plan no solo debería ayudarnos a sobrevivir los embates del clima, sino también convertir estos desafíos en oportunidades productivas y sostenibles, como ocurre en urbes desarrolladas.
Volviendo a la cábala, el primer día del año pinta un enero con presupuesto abierto para el Distrito, lo que indica que habrá recursos «a tutiplén» para obras, contrataciones y OPS. El cuarto día se simbolizó con un partido de fútbol, lo que sugiere que abril será deportivo, o mejor aún, que nos sudaremos todos la camiseta.
El final y principio de año en el departamento estuvieron marcados por rumores y chismes sobre una patética situación de dimes y diretes entre los mandatarios distrital y departamental. Esto parece haber sido maquillado con una foto forzada entre ambos ejecutivos, propiciada por el senador liberal Lidio García, quien hasta hace poco mantenía un público distanciamiento con su primo, el actual alcalde. Es bueno que los lazos familiares se reafirmen.
Tras la famosa foto de fin de año, hemos visto otras publicaciones que invitan a reflexionar: imágenes del alcalde con el gobernador, el creador de contenido Yamil Arana y el cantante vallenato Silvestre Dangond, así como fotografías en un partido de fútbol donde posaron como compañeros de equipo. Esto plantea interrogantes: ¿Es real la reconciliación? ¿Se armó un equipo político? ¿El equipo de Vicente Blel, que hoy concentra el 80% del poder político local y departamental, será eliminado o al menos perderá fuerza?
El grupo de Vicente Blel ostenta tres curules propias en la Cámara de Representantes, un escaño en el Senado, la presidencia del Partido Conservador a nivel nacional, ocho concejales, un diputado, ediles y más. Este imperio político no solo refleja la falta de liderazgos, sino también la ausencia de estructuras políticas en el departamento.
Con la desaparición de figuras políticas como Juan José García, Hernando Padauí y Daira Galvis, entre otros, se ha dejado un vacío evidente que nadie parece llenar. Si existe ese liderazgo, por favor señálenlo, porque no logro identificarlo.
De cara al 2026, los bolivarenses parecen destinados a retroceder décadas en la historia, enfrentando elecciones dominadas nuevamente por los colores rojo y azul. No hay candidatos que ofrezcan un contrapeso ni liderazgos independientes con estructuras propias, como los que representaron figuras como Juan José García, Daira Galvis o el Grupo Vargas. Incluso políticos como Araujo, quien ocupó un escaño en el Senado en dos ocasiones, carecen de carisma, estructura y verdadero liderazgo.
La pregunta persiste: ¿Qué pasó con los liderazgos en Bolívar? ¿Están extintos? ¿El poder seguirá entre Lidio García y Vicente Blel? O, peor aún, ¿Blel permitirá que le ganen el pulso? Por el lado de los alternativos, la escena sigue siendo desoladora: su actual representante encontró su curul como quien halla un premio en una bolsa de mecatos, sin mérito alguno.
La falta de cabildeo por parte de los congresistas bolivarenses es vergonzosa. Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que ninguno de los senadores y representantes ha servido para gran cosa. ¿Por quién votaremos? No hay opciones. Lo más sensato será ejercer mi derecho al voto votando en blanco, como ya lo he hecho en otras ocasiones, no por rebeldía, sino porque no hay un solo candidato que merezca marcar su número en el tarjetón.
En debates pasados, teníamos al menos seis senadores para elegir, algunos peores que otros, pero hoy ni siquiera llegamos a eso.
En mi opinión, las dos casas políticas actuales son absolutamente nepóticas. No permiten que sus integrantes crezcan más allá de sus actuales posiciones. Si alguien intenta rebelarse o destacarse por cuenta propia, encontrará un límite inquebrantable: un concejal nunca pasará de serlo, y un edil no ascenderá. Es un sistema similar al de las castas en la antigua India, donde no existe movilidad social. La única opción es seguir adulando a los jefes y diciéndoles «sí, padre» o «qué ojos tan bonitos tienes», según el caso.
Amigos, debemos actuar con inteligencia. Esta falta de liderazgos y amor propio ha permitido que personajes como William Dau lleguen a ocupar la alcaldía de Cartagena. No podemos permitir que esta tendencia continúe.