La citología cervical, también conocida como prueba de Papanicolaou, es una de las herramientas más importantes para la detección temprana de alteraciones en el cuello uterino. Su objetivo no es diagnosticar cáncer, sino identificar cambios celulares anormales que, si no se tratan a tiempo, podrían evolucionar hacia una enfermedad más grave.
Cuando una paciente recibe un resultado alterado, es natural que surjan dudas y preocupaciones. Sin embargo, es fundamental entender que no todos los hallazgos implican un riesgo inmediato o alto. Muchas de estas alteraciones corresponden a lesiones leves, con frecuencia asociadas a infecciones transitorias por el virus del papiloma humano (VPH), que suelen resolverse de manera espontánea. Otras veces, se trata de infecciones por microorganismos diferentes al VPH, que son tratables y no están relacionadas con el cáncer.
Los resultados de la citología se expresan mediante términos técnicos como ASC-US (células escamosas atípicas de significado indeterminado), LSIL (lesión intraepitelial escamosa de bajo grado), HSIL (lesión intraepitelial escamosa de alto grado) o células glandulares atípicas. Cada uno de estos hallazgos requiere un abordaje individualizado, que puede incluir vigilancia periódica, pruebas adicionales o tratamiento específico.
Uno de los pasos más frecuentes tras una citología alterada es la colposcopia, un procedimiento ambulatorio que permite observar el cuello uterino con mayor detalle mediante un lente de aumento especializado. Durante esta evaluación, se aplican soluciones específicas para resaltar áreas sospechosas. En algunos casos, el médico puede tomar una biopsia dirigida, es decir, una muestra de tejido que se analiza posteriormente en el laboratorio de patología.
Es importante subrayar que un resultado alterado no significa que se tenga cáncer. De hecho, la mayoría de las lesiones precursoras se detectan en etapas tempranas y tienen un excelente pronóstico cuando se tratan a tiempo. El VPH es un virus de transmisión sexual muy común, y en la mayoría de los casos el cuerpo lo elimina sin consecuencias. Solo un pequeño porcentaje de las infecciones persiste y puede generar lesiones que requieren un seguimiento más estricto.
Desde la consulta ginecológica, es frecuente encontrar pacientes que reciben este tipo de diagnósticos sin una explicación clara ni un acompañamiento adecuado, lo que puede generar angustia y, en algunos casos, abandono del seguimiento. Por eso, es esencial contar con espacios de atención donde se informe, escuche y resuelvan dudas de forma clara, empática y sin prejuicios.
El mensaje clave es este: una citología alterada es una oportunidad, no una sentencia. Es una señal de alerta que permite actuar antes de que una lesión evolucione. Por ello, realizar los controles periódicos, seguir las recomendaciones médicas y no postergar las citas de seguimiento son medidas fundamentales para cuidar la salud.
La salud cervical no debe ser un tema rodeado de miedo, tabúes o vergüenza. Informarse, preguntar y asistir a controles médicos no solo es una forma de prevención, sino también una expresión de autonomía, responsabilidad y amor propio. Cuidarse también es un acto de empoderamiento.



