La gran mayoría de cartageneros conocedores de nuestra historia y de lo público se sorprenden al ver la inoperancia y el irrespeto del alcalde William Dau, para con una ciudad que confió en sus promesas de campaña pese a que ni siquiera tenía un verdadero programa de gobierno. Hoy Cartagena de Indias está estancada por falta de planeación. Este alcalde ha gastado más tiempo en atacar que en ejecutar. No solo dejó de ejecutar el presupuesto, sino que sus recurrentes «errores en la contratación por falta de experiencia» han significado detrimento evidente al erario.
Quienes han vivido o leído la historia reciente de la ciudad y del departamento de Bolívar, tendrán claro que la corrupción siempre ha sido protagonista, el sistema está diseñado para eso, es todo un mecanismo que engrana a todos en esa maquinaria pesada, desde el líder más modesto hasta el más alto funcionario, y el récord de investigaciones y sanciones son prueba de ello.
Si le preguntamos a cualquiera de los seguidores del actual alcalde por su gestión, nos dirá lo mismo. El no ha robado, pero si mencionamos cualquiera de las irregularidades que hoy día son materia de investigación, responderán que antes pasaba lo mismo y nadie denunciaba, una muy brillante y acomodada respuesta.
A la fecha hemos tenido 12 alcaldes en nueve años producto de las denuncias; hemos tenido alcaldes suspendidos, destituidos, sancionados, presos; lo que evidencia que si se ha denunciado, ¿y porque ahora no se puede?
El problema no es estar a favor o en contra de la revocatoria, el problema radica en que los entes de control temen a Dau, este los grita y los irrespeta así como hace con todos los que no están de acuerdo con su desgobierno e inoperancia y no pasa nada, nadie investiga, nadie se pronuncia y nadie dice nada, surge un movimiento que habla de revocatoria, ejerciendo un derecho constitucional, un mecanismo que protege al ciudadano de sus propias decisiones.
Lo importante aquí no es que quienes promueven la revocatoria tengan o no presupuesto moral para tal hecho, aquí lo realmente grave y preocupante es que es obvio que Dau y sus verdaderos allegados, no los tontos útiles que hablan en redes; no escatimaran en gastos, máximo cuando estos salen del erario para blindar su turbia, mediocre y corrupta administración.
Nunca he estado cerca de los promotores de la revocatoria y no pertenezco a ese movimiento, ni hago parte del proceso, pero hoy es lo único que tenemos para defender la ciudad.
No es la primera vez que se habla del tema. Ya se habían iniciado con la alcaldesa Judith Pinedo y posteriormente con Manolo Duque. La diferencia es que este contra Dau es un proceso mucho más mediático y hostil.
En lo personal he sido insultada y agredida en redes sociales muchas veces por manifestar mí inconformidad con las maneras zafias y poco transparentes de esta administración, confieso que he sentido temor en más de una ocasión, pues sabemos que sus defensores suelen ser hostiles y un fanático hostil puede ser muy peligroso.
El ex alcalde Pedrito Pereira Caballero ha denunciado ante la Fiscalía General de la Nación amenazas de muerte, igual lo hizo una líder del gobierno Dau que entre otras se vio envuelta en una situación de presunta corrupción cuando fungía como zarina anticorrupción.
Hoy tenemos un alcalde valetudinario lo que puede explicar su conducta poco convencional y un comité de aplausos vergonzante que emula su actuar reaccionario e irracional.
Lo veo rodeado y voy a tomar una frase que hace un tiempo usó Vargas Lleras, “de mucho lambón con iniciativa” que en público aplauden este comportamiento y en privado parten el botín, muchas veces representado en puestos o participación dentro de la Administración.
Soy una defensora de la democracia y sobretodo de mí ciudad, por ello no atacó el proceso de revocatoria, pero en mí cabeza no dejo de preguntarme ¿Qué vendrá después, si este proceso tiene éxito?